Ser independiente y autónomo en cualquier situación de la vida produce una gran satisfacción.
La independencia y autonomía la vamos adquiriendo junto a la madurez humana. Para conseguir adquirirla necesitamos voluntad, constancia y por supuesto, conocimientos para realizarla con seguridad.
En la actualidad, muchos de nuestros hijos carecen de autonomía en tareas diarias, pero en el estudio es donde más hemos notado su ausencia.
En el momento que nuestros escolares han tenido que demostrar la independencia y autonomía en sus tareas, hemos comprobado que no teníamos solo hijos sino también alumnos. Hemos sido profes durante muchos días, ¿no os parece?
Hemos notado la ausencia de control en sus estudios, en las técnicas de estudio y en la motivación a cualquier nivel escolar.
Bien es cierto que hay edades y edades, pero es en los primeros años de primaria cuando debemos empezar a desarrollarla, para no tener que ser profes provisionales incluso, de secundaria porque muchos a esa edad, todavía no saben en que consiste el estudio.
No me voy a dedicar a criticar la escuela de este siglo, ni mucho menos a los profesores, ya que para solucionar estos déficit también estamos los psicopedagogos.
En los últimos tiempos vividos, nos hemos podido dar cuenta de las carencias que tienen nuestros hijos y de que algunas de ellas se deben adquirir por su bien, principalmente, pero también por el nuestro …o alguien más quiere ser profesor en tiempos de pandemia.
Necesitamos enseñarles a estudiar para:
- que sientan la satisfacción de los logros por uno mismo
- aumentar su autoestima
- fomentar su independencia y su libertad
- los padres ayudarles con las dudas, pero sin pluriemplearnos siendo profes también
- confiar en que cumplen con sus responsabilidades
- y sobretodo, para tener un buen clima familiar.